El pasado viernes un grupo de Nocturnis salimos hacia
tierras lusas para enfrentarnos a la Ultra Trail de São Mamede: Jóse, Pedro, Canino,
Paco y quien les habla, Ángel. Antes de nada aclarar que se trata de mi
primera experiencia en una carrera de 100 kms. Nervios durante toda la mañana,
comida temprana a base de pasta, y a las 14:30 h. ponemos rumbo hacia Portugal.
Viaje entretenido como de costumbre, con las consabidas risas y bromas, y
mucho hablar de lo que nos tocaba hacer. Llegamos a buena hora a Portalegre,
recogemos los dorsales y también las camisetas de aquellos inscritos no
pudieron venir. Luego nos dirigimos a la casa rural donde nos alojamos,
atendida amablemente por Toni, su dueño. Allí nos esperaban ya Bernardo y Depepe.
Luego se unieron Fali coleta, Javi bombero, las chicas (María y Cristina),
Elias e Inma. Buena cena en restaurante cercano y de vuelta para vestirnos de
romano y prepararnos para la batalla. En el polideportivo con pista de
atletismo esperamos la salida durante un buen rato escuchando a un grupo del
lugar que tocaba por Pink Floyd. Llega el momento, me siento tranquilo en la
línea de salida, que sea lo que Dios quiera, me voy a bautizar en este tipo de
carreras y pretendo tomarlo con serenidad.
Disparo de salida. Comenzamos a correr y en doscientos
metros ya nos habíamos separado. Me quedo solo y pienso, ¡Dios mío, 100 km corriendo solo, no
puede ser! Me olvido de ello y me concentro en la carrera. Al poco de comenzar llega el
primer tapón de corredores en una bajada con poco espacio, y seguidamente
entramos en el río, donde se avanza muy lentamente. Alguno quiso comprobar como
estaba el agua y se dio un chapuzón. Pasado el río se pasa por una zona de
toboganes con pequeñas subidas y bajadas, por buen terreno y algún salto de
muros de piedra con alambres. Allí precisamente es donde Ppnz al caer de talón
se hizo daño y tuvo que terminar la carrera con dolor. Es una zona
para correr de aproximadamente 15 kilómetros, donde por fin alcanzo a Paco y
Canino, uniéndose posteriormente Jóse y Pedro. Comienzan pronto las primeras subidas
duras, donde los cinco Nocturnis apretamos los dientes. Son rampas muy duras,
constantes, sin descanso, por cortafuegos… Sobre el km 30, en las antenas de
telecomunicaciones, y tras el avituallamiento, Paco y yo nos colocamos ropa
encima debido al frío. Bajada larga y sencilla, con algunos tramos de subida,
por caminos y algunos senderos, hasta llegar abajo donde vemos a Fali coleta
que no iba bien, según sus propias palabras. Ya amanecido y con los frontales
guardados seguimos con nuevas subidas y bajadas buscando el km 60, donde se
encuentra el castillo. Buenas sensaciones, piernas en condiciones, respiración
y pulso controlado, me suelo ir en las subidas y espero a mis compañeros en la
cima para bajar juntos. La subida al castillo es desesperante, porcentajes
tremendos y cuando estás casi arriba te mandan otra vez hacia el valle,
teniendo que volver a subir por un sendero estrecho y complicado. En el
castillo nos demoramos un poco en el avituallamiento, me cambio de calcetines y
me pongo más vaselina en los pies, pecho y axilas. Salimos del castillo por una
calzada horrible, con piedras y adoquines, y prefiero andar para no cargar los
cuadriceps y rodillas. Al llegar al llano, Paco se escapa y yo lo sigo a
distancia durante un tramo, hasta que lo alcanzo y en la siguiente subida lo
dejo atrás. Me siento muy bien y continuo subiendo a buen ritmo. Cojo a Fali y algo
después al bombero, y sigo subiendo, una larga y dura rampa que no tiene fin ni
descanso. Al llegar arriba veo que Paco ya no me sigue por lo que decido irme
solo. Me quedan unos 35 km
y me siento bien.
Sigo corriendo buscando la ermita que nunca llega, por una cuesta larga pero no tan dura como la anterior y al llegar resulta que nos obligan a hacer una especie de rappel por una cuerda. Ya se que termino la carrera, estoy en el km 77 y mis piernas todavía aguantan sin problemas, pero el calor aprieta mucho y no me permite correr, por lo que decido andar nada más. No sabía lo que me esperaba: “la muerte a pellizcos”. Un tramo de 10 kilómetros por una zona de matorral, de continuo subir y bajar, sinuoso, saltando vallas, sin espacio apenas para pasar entre la vegetación, una calor tremenda, no escucho a nadie, estoy casi una hora y media en aquel monte sin escuchar una voz, solo, pienso que me he perdido, y cuando al fin veo un puesto con agua no puedo evitar gritar ¡aleluya! De ahí al avituallamiento del convento ya es todo en ligera bajada, donde me siento un rato mientras como trozos de pizzas sin parar, una tras otra. No me demoro más y comienzo los últimos 10 km. La subida no es larga ni dura pero las piernas no responden ya igual, por lo que decido bajar el ritmo. En la bajada, último avituallamiento, que lo hago rápido, y me tiro por las escaleras corriendo, más de 250 escalones. Ahí llego a una carretera y durante cuatro kilómetros camino hasta el estadio donde entro con 18 horas y 36 minutos. Mi primera ultra acabada.
Sigo corriendo buscando la ermita que nunca llega, por una cuesta larga pero no tan dura como la anterior y al llegar resulta que nos obligan a hacer una especie de rappel por una cuerda. Ya se que termino la carrera, estoy en el km 77 y mis piernas todavía aguantan sin problemas, pero el calor aprieta mucho y no me permite correr, por lo que decido andar nada más. No sabía lo que me esperaba: “la muerte a pellizcos”. Un tramo de 10 kilómetros por una zona de matorral, de continuo subir y bajar, sinuoso, saltando vallas, sin espacio apenas para pasar entre la vegetación, una calor tremenda, no escucho a nadie, estoy casi una hora y media en aquel monte sin escuchar una voz, solo, pienso que me he perdido, y cuando al fin veo un puesto con agua no puedo evitar gritar ¡aleluya! De ahí al avituallamiento del convento ya es todo en ligera bajada, donde me siento un rato mientras como trozos de pizzas sin parar, una tras otra. No me demoro más y comienzo los últimos 10 km. La subida no es larga ni dura pero las piernas no responden ya igual, por lo que decido bajar el ritmo. En la bajada, último avituallamiento, que lo hago rápido, y me tiro por las escaleras corriendo, más de 250 escalones. Ahí llego a una carretera y durante cuatro kilómetros camino hasta el estadio donde entro con 18 horas y 36 minutos. Mi primera ultra acabada.
Allí están Bernardo y Depepe, con los que charlo mientras
que espero al resto. El bombero primero, y después Jóse y Paco llegan
juntos, y por último Pedro y Canino. No puedo comparar ya que no he realizado otras, pero me
pareció una ultra bastante dura, complicada con el calor que hizo tras el
mediodía, subidas muy duras y constantes, y algunas bajadas complicadas
por tanta piedra. Buena organización y avituallamientos completos. Pero lo que
he comprobado es que no hay ningún secreto para hacerla, solo entrenamiento,
buena hidratación en el camino, reponer en los avituallamientos, y consumir
sales regularmente, así como algún gel antes de las grandes subidas. Y suerte.
Quiero agradecer a todos mis compañeros, magníficos,
estupendos, maravillosos, los tres días que hemos compartido en Portugal. Sin
ellos, no podría tener hoy la satisfacción que siento. Ver aquí todas las fotos.
Ángelo