La final más esperada de los Juegos, que coronaba al ser humano más rápido del planeta, reunía todos los ingredientes para ser considerada la mejor de todos los tiempos. En las gradas, 80.000 espectadores sobrecogidos por el silencio que precede al disparo, mientras los cuatro atletas más veloces de la historia del atletismo esperan alineados en los tacos de salida. Y de nuevo, el jamaicano Usain Bolt volvió a sorprendernos desde que lograra el oro en Pekín, en la prueba reina de la velocidad. Ayer volvió a recuperar sus alas para convertirse en una leyenda del atletismo al ganar su segundo título olímpico consecutivo en 100 metros lisos con la segunda mejor marca de la historia (9.63), a sólo cinco centésimas de su récord mundial. Su compatriota Yohan Blake, campeón del mundo, fue relegado al segundo puesto pese a correr más rápido que nunca (9.75), y Justin Gatlin, igualmente con récord personal (9.79), salvó el honor estadounidense al subir al podio junto a los jamaicanos. Desde los tiempos del estadounidense Carl Lewis, campeón en Los Ángeles'84 y luego en Seúl'88 (por descalificación de Ben Johnson), ningún velocista había repetido título en la prueba reina de la velocidad. Valga un sencillo homenaje desde este blog a este gran atleta que seguro que todavía dará que hablar, pues con tan solo 25 años tiene aun pista por delante.
Pulisa
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