miércoles, 24 de marzo de 2010

Hoy toca hablar de las agujetas

En esta entrada voy a hablar de las famosas y temidas agujetas (por recomendación de ppnz, diré también “porculeras”). Todo el mundo sabe que tras un esfuerzo distinto al habitual, ya sea por intensidad, volumen, tipo de ejercicio, falta de hábito, etc. se produce posteriormente un dolor muscular localizado bastante molesto que nos impide realizar con la soltura habitual acciones cotidianas, como bajar escaleras, sentarse, agacharse, etc. Sin embargo quisiera ahondar un poco en los aspectos científicos, que tal vez sean menos conocidos. En concreto quisiera hablaros sobre la nueva denominación de este fenómeno y después trataré de explicar las posibles causas que lo provocan, aunque también comentaré algunas teorías obsoletas y remedios caseros absolutamente ineficaces.

Así, hoy en día en el ámbito de la actividad física y el deporte es más apropiado referirnos a las agujetas con el acrónimo DOMPAT (Dolor Muscular Post-esfuerzo de Aparición Tardía) o, procedente del mundo anglosajón, como IRIM (Inicio Retardado de la Inflamación Muscular). Se trata de una inflamación muscular, que no se aprecia a simple vista, y que se acompaña de dolor local, apareciendo los primeros síntomas a las 24 ó 48 horas del esfuerzo (fase crítica) y prologándose unos días hasta su remisión. No deja secuelas y el deportista pasado el dolor puede continuar con su rutina de entrenamiento con total normalidad.

Su origen se ha achacado a múltiples causas, tales como la producción de cristales de lactato (ácido láctico); debido a microtraumatismos musculares a nivel microscópico (miofibrillas musculares); a una elongación muscular, al agotamiento del glucógeno, etc. Hoy en día se ha descartado la causa de los cristales de lactato, pues por ejemplo, se han realizado biopsias musculares a deportistas fallecidos durante un esfuerzo intenso y no se han hallado tales cristales en sus músculos. Era cuanto menos curiosa esa explicación que decía que esos cristales llegaban a “pinchar” el músculo, pero hoy en día ya esta superada. Actualmente siguen barajándose las otras causas, sobre todo porque se ha demostrado que el dolor mejora con la tríada de reposo, hielo y elevación (tratamiento para los traumatismos), con estiramientos musculares, donde se ayuda a la musculatura a recuperar su inserción natural, o mediante una dieta rica en carbohidratos, entre otros. Con respecto a esto último es curioso el tradicional remedio casero de beber agua con azúcar, pues lo único que se conseguía era aumentar el nivel de azúcar en sangre. Tras estudios “doble ciego” con grupo de control se ha conseguido demostrar que los efectos eran los mismos en el grupo experimental (que tomaba el preparado) con los que no lo tomaban; incluso se ha descrito un efecto placebo en estos últimos.

No obstante estudios recientes la relacionan con el trabajo excéntrico. La contracción excéntrica, o trabajo negativo, se produce cuando los músculos deben soportar la presión ejercida por la fuerza de la gravedad. Bajar cuestas, saltar, agacharse, bajar objetos desde una altura, permanecer suspendido, etc. son ejercicios típicos de contracción excéntrica, donde los músculos se alargan y se separan de sus inserciones. En una investigación realizada en una Universidad de EEUU se hicieron dos grupos de estudiantes voluntarios. Al primer grupo se le pidió que bajaran todos los libros de una de las estanterías más altas de la biblioteca (trabajo excéntrico o negativo), mientras que al otro grupo se le pidió devolverlos de nuevo a su ubicación original (trabajo concéntrico o positivo). Los resultados demostraron que la incidencia de agujetas en el primer grupo fue mucho mayor y más relevante que en el segundo grupo o grupo de control.

Es curioso, pero observando lo mermadas que han quedado mis piernas tras el palizón del Homenaje, no puedo descartar esta causa. El trabajo excéntrico ha estado presente en todas las bajadas pronunciadas que hemos tenido que recorrer, frenando con nuestros cuadriceps para no resbalar por el agua y barro acumulado. Pero es que tampoco descarto las múltiples elongaciones que hemos tenido que soportar para saltar obstáculos, badear charcos, esquivar piedras… Y por último no quisiera despreciar la causa del agotamiento del glucógeno, pues de seguro que se ha producido. Ahora sólo queda aplicar algunos de los tratamientos que se conocen como eficaces: paseos suaves en bicicleta, caminar, nadar, hidratarse, antiinflamatorios, masajes, dieta rica en carbohidratos, o incluso en proteinas (para la recuperación de los tejidos), estiramientos…, y sobre todo esperar que pasen estas “porculeras” agujetas.

NOCTURNIS ONE. pulisa

3 comentarios:

  1. muy interesante pulisa, y además es más azul marino (lo entiendes no?)

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  2. Pedro13:45

    Bajar las escaleras, todo un suplicio. Menos mal que ya van de paso.

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  3. Gracias y por aqui me quedo tambien.
    Saludos

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