martes, 15 de febrero de 2011

XXVII Maratón Ciudad de Sevilla


El pasado domingo, a las horas que canta el gallo y en el lugar acordado, partimos para nuestro destino, Ángel, Juan y un servidor. Durante todo el trayecto tuvimos una amena conversación sobre las diferentes experiencias vividas en ediciones anteriores de esta maratón, y a mitad de camino hicimos la parada de rigor para reponer fuerzas, coincidiendo allí con dos miembros del Club Periver (Antonio y Miguel). Una vez llegado al magnifico estadio olímpico nos dirigimos a los vestuarios y más tarde a la entrega de las bolsas, después de habernos cambiado. Ya en la pista del estadio, poco a poco, al acercarse la hora del pistoletazo de salida, fueron apareciendo los típicos nervios, inseguridades, temores, y todas esas sensaciones que por muchas participaciones acumuladas nunca se van, siempre están ahí. El buen ambiente, unos 4.500 participantes, presagiaba lo que luego nos encontraríamos en la calle, es decir una fiesta corriendo por las calles de Sevilla. Cierto es que hizo algo de fresco al inicio, pero la temperatura se convirtió en ideal para correr conforme el día fue avanzando, lo cual ayudó bastante, ya que el día anterior hizo calor.

Preparados, listos y…, a las 9,30 se daba la salida: cinco horas por delante para intentar finalizar la prueba reina y cada participante con su estrategia, objetivos e incertidumbre. El objetivo del que suscribe era concluir sobre las 3 h. 30 min., así que me dispuse a tener siempre visible al portador del globo que indicaba dicho tiempo. Todo me fue relativamente bien hasta el km. 28; a partir de ahí me costaba un poquitín seguir el ritmo, así  que me dispuse a bajarlo; no quise forzar porque quedaban muchos kilómetros por delante y podía pagarlo caro. Conforme fueron pasando, el esfuerzo iba pasando factura, las articulaciones y músculos de las piernas se iban resintiendo y como suele ocurrir, empezaba a comerme el coco. Luego llegaron los hitos 37…, 38…, 39…, 40…; muy duros, y es cuando eché mano del espíritu de sacrificio y capacidad de sufrimiento. Los ánimos del público en los últimos 2 km. me dieron alas y vi luz donde todo se iba oscureciendo; poco a poco divisé el estadio olímpico, oía el murmullo de los altavoces, el griterío de las gradas, como siempre me emocionaba al leer los mensajes de carteles que portan familiares de los participantes, antes de entrar al estadio. Al bajar el túnel, la alegría me embargaba, y pasado éste se señaliza el km. 42, solo me quedaban los últimos 195 metros en los que me dedique a recrearme en todo el ambiente que me rodeaba. Fue entonces cuando se borraron todos los sufrimientos que minutos antes había soportado, y en la recta final alzo los brazos, paso el arco de meta con un tiempo real de 3 h. 35 min. 05 seg., y doy gracias por haber terminado, dedicándola a todos los seres queridos.

Para concluir he de decir que esta prueba es parte de la preparación de los 101 km. de Ronda, por lo que ahora toca recuperarse bien y seguir entrenando duro. Todo tiene pinta de ir por buen camino, pues ¡subo, y sobre todo, bajo, las escaleras sin necesidad de agarrarme a la baranda! (hay que guardar las formas, pues como te vea la parienta lleno de agujetas y molestias, encima te la lía).

Fotos por cortesía del Club Deportivo Periver
Pedro Nocturnis

4 comentarios:

  1. Enhorabuena Pedro y felicidades...quien diga que en una maraton no se sufre miente. Alli estaré el 18 de mayo para animarte megafono en mano en esos 101...vamoos. Un abrazo.

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  2. felicidades a todos, la verdad he sentido mucha envidia, el próximo año procuraré estar fuerte y correr con ustedes. Buena peña en la foto.

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  3. La foto de entrada es envidiable, por muchos motivos. Felicidades a todos y esperemos el año que viene poder estar ahí.

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  4. Anónimo17:19

    ROMORGO DICE: Enhorabuena a estos amigos, nocturnis y no nocturnis por su grandiosa maratón. Por mi parte intentaré volver a hacerla el año que viene. Queda pendiente.

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