lunes, 29 de agosto de 2011

Otra crónica del acuatlón de Chiclana

En efecto, el pasado domingo 28 de agosto un par de nocturnis decidimos probar una modalidad nueva para nosotros, el acuatlon. Canino y yo nos encontramos en la playa de La Barrosa antes de las nueve de la mañana para recoger los dorsales y el gorro de baño, encontrándonos con la sorpresa de que Boticario también se había apuntado a la prueba. Romorgo, en cambio, a pesar de mi insistencia y de que nadaba mucho mejor y más rápido que yo, no se decidió a apuntarse. La mañana, de levante en calma y con calor, prometía. Tras un breve calentamiento de apenas kilómetro y medio, nos colocamos en la linea de salida, en la zona de la bandera azul, con alrededor de 190 participantes, muchos de ellos de gran nivel. Al sonido de salida, comienzo los 2,5 primeros kilómetros con tranquilidad, saliendo de los últimos como es mi costumbre, a un ritmo constante para no llegar con demasiadas pulsaciones al agua. Canino y Boticario más rápido que yo, los veo cuando nos cruzamos en el camino, hace calor y el levante en calma todavía no se nota demasiado. Tras la carrera llego a la zona de transición, me quito los zapatos y la camiseta, cojo el gorro y las gafas, y salgo rápido hacia el agua. Intento ponerme el gorro en la transición, pero no lo consigo hasta que llego a la orilla y lo mojo. Aquí empezaba la parte dura de la prueba, la más temida, el agua; mil metros en un circuito triangular de dos vueltas. Empiezo  a nadar y la verdad que me encuentro bien, cojo pronto un ritmo de brazada y respiración sin agobios y pongo rumbo a la primera boya, colocada a levante. Como no estoy acostumbrado a nadar con otros nadadores, antes de llegar a la primera boya ya me han dado dos golpes en la espalda, uno en la cabeza y otro en el brazo, casi todos el mismo nadador que iba a mi lado. Como me estaban adelantando los primeros de la prueba, al pasar la primera boya decido abrirme al mar para evitar recibir más golpes y dejar pasar a los buenos, paso la segunda boya y enfilo tierra, con el agua ya más alterada por el levante. Cuando toco tierra con los pies, dejo de nadar y camino hasta la bandera y de nuevo a empezar la segunda vuelta, esta vez sin problemas de otros nadadores, pero ya con el levante más fuerte, costando la vida llegar a la primera boya, que parecía que la alejaban cada vez que levantaba la cabeza para orientarme. De ahí  a la segunda, a favor de viento y ola, y otra vez a tierra con bastante oleaje, lo que provocó que me refrigerara con un par de tragos de agua salada. Al tocar tierra salgo para la zona de transición, me pongo los zapatos sin calcetines y sin quitarme ni la tierra de los piés, y comienzo la segunda parte de carrera, y ahí me encuentro con la sorpresa de que las piernas no responden bien, noto que la zona inferior del cuadriceps quiere salirse de la pierna, los gemelos cargados, menos mal que la calor no afecta tanto al estar bantante refrigerado por la parte de natación. Poco a poco, voy cogiendo ritmo, las molestian empiezan a desaparecer, y antes de llegar a la mitad del camino me cruzo con Canino, que me llevaba unos tres o cuatro minutos de ventaja, a Boticario sin embargo no llegué a verlo, a lo mejor llegó a meta antes de salir yo del agua. En la vuelta por la playa cada vez me encuentro mejor y con el viento a favor, la verdad que ese tramo se hace fácil. Al final, la meta: unos 52 minutos me dijo el cronometrador. El tiempo, lo de menos. Lo importante es haber realizado la prueba con pundonor y superar el miedo a la parte de natación. En definitiva, una buena experiencia que animo a los demás a probar, yo por mi parte el año que viene espero repetirla.
A la organización, un par de peros. Errores en los dorsales, entre los de la organización y la Federación, por ejemplo el mío, y sé de algunos más. El segundo, a pesar de que la inscripción en la prueba era de 15 euros para los no federados (10 para los federados), en la línea de meta solo dieron agua de garrafa (por lo menos estaba fría), ni siquiera un refresco de lata o agua embotellada, y en pruebas gratuitas el regalo a los llegados a meta tiene más valor que la bolsa de plástico que nos dieron. Nosotros no corremos por el obsequio, sino porque nos gusta el deporte y participar, en las pruebas gratuitas la única obligación del organizador es darnos agua, pero en éstas cuya inscripción no es precisamente barata (comparando con otras pruebas), creo que la organización debería de cuidar un poco más esos detalles. Aquí podéis ver las fotos.
Angelo

2 comentarios:

  1. Muy completa y personalizada la crónica, compañero. A ver si en la próxima te podemos acompañar más nocturnis.

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  2. Anónimo23:30

    ROMORGO DICE: Te aseguro Angelo que el año que viene nos vemos seguro, al final, cunado llegue esa mañana a la playa me arrepentí de no hacerlo. Otro año será

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