Lo nunca visto

Me han surgido muchas dudas para darle título a esta entrada. He tenido que decantarme entre varias opciones. En primer lugar pensé titularlo ¡No hay cojones!, pero nuestro director deportivo, Pulisa, me lo hubiera censurado y cambiado por “no somos lo bastante hombres para realizar esta proeza”, y la verdad es que quedaría algo largo. Luego pensé en ¿Quién dijo miedo?, pero puede dar lugar a confusión. El título más adecuado para la hazaña es “parece increíble”, como la letra de la chirigota Los Cruzados Mágicos: “parece increíble que hasta la torre de San Antonio se hallan subido con una moto...”, pero al final me decidí por un título circense.

Voy al grano de una vez pues ya estaréis en vilo. El pasado fin de semana se nos ocurrió subir de nuevo al Torrecilla, en la Sierra de Las Nieves (Ronda); esta vez con la familia para ver si pillábamos algo de nieve. Preparamos los bocatas, el vinito para la cumbre y toda la parafernalia, y nos pusimos en marcha. Tras un generoso desayuno en ruta (alguno lo hizo doble) llegamos a la entrada de Los Quejigales, donde teníamos previsto iniciar el ascenso.

Allí comenzamos a prepararnos botas, mochilas, reparto de botellitas de agua para los niños, anudar cordones..., cuando de pronto observo que Canino saca del coche un carrito de esos que se utilizan para remolcar a los niños con la bicicleta. Os reproduzco la conversación:
-Canino: ¿ tú no estarás pensando en subir con ese muerto...?
- ¿Ehn?
Pero Canino, con su acostumbrada flema británica, siguió adelante.Y es que aclaro; la hija pequeña de Canino es una preciosa niña con unos 20 kilitos, pueden imaginarse la subida del susodicho carrito, con la princesa, y resto de infraestructura enganchado en los bajos del mismo, sobre todo bocadillos y botellas de agua.

Yo aposté a que cuando comenzaran los primeros escalones se volvería con el carrito, pero en ese instante gritó Romorgo: ¡ No hay cojones! ¡Al cielo con ella!, y atrincaron el carro entre los dos; uno por delante y el otro por detrás. Así, cual infanta en busca del dorado por la selva amazónica fue transportada durante dos horas de camino, cuesta arriba. Poco a poco entre Pulisa, Romorgo y Canino fueron relevándose, subiendo las escarpadas cuestas y sorteando toda suerte de charcos de barro, piedras, troncos cortados, raíces..., todo ello mientras la pequeña dama se comía plácidamente un bocadillo.

¡No me lo puedo creer, esto es lo nunca visto, es para el libro Guinnes de los records...!, son algunas de las expresiones de los sorprendidos excursionistas que nos vieron por el camino, algunos de los cuales incluso fueron adelantados por tan magníficos porteadores (¿habrá colmo más grande?). Cuando Romorgo me pase todas las fotos podréis apreciar la dimensión de la gesta. ¡A ver quien tiene hue... de repetirla!

NOCTURNIS THREE. Ppnz