viernes, 12 de febrero de 2010

Toda la vida corre que corre

No os equivoquéis, no me refiero a nuestra queridísima afición, estoy hablando de las prisas de la vida y de la generación que me ha tocado vivir. Generación que un colega ha venido a definir como “generación de los carajotes”, me refiero a los ciudadanos españoles que tenemos entre los 45 y 55 años. Aquellos que vivimos el final de la dictadura (que entonces apena se notaba) y principios de la democracia (que casi era dictadura). Creo que lo único que nos tocó de bueno fueron la semana de luto y vacaciones que nos dieron por la muerte de Franco a los que éramos estudiantes. Estudiantes que por cierto estrenamos la EGB y el BUP como conejillos de indias. ¿Os acordáis de las fichas?

Pero vamos al grano. ¿Por qué hablo de correr y correr?. Pues muy sencillo, a mi generación nos hicieron correr tanto que siempre nos pasábamos de largo en todas las medidas políticas que se iban tomando en lo que se llama estado del bienestar. Tanto corrimos que implantaron las ayudas para las guarderías cuando nuestros hijos estaban en Primaria (10.000 pts. de entonces cuando se cobraba alrededor de 100.000.) Les dieron los libros gratis a los de tercer curso cuando nuestros hijos estaban en 4º ó 5º, nuestras mujeres corrieron tanto que se pasaron de largo cuando implantaron las pagas de madres trabajadoras, y qué decir de los puntos, y de la paga al nacer un hijo, para colmo las becas y las ayudas que hay ahora son para los inmigrantes que a nosotros que hemos trabajado como burros para sacar a España adelante no nos llegan porque cobramos un poquitín más. Señores, que no es que llegamos tarde a todo sino que nos pasamos de estación y todo le cae al vagón de cola.

Para colmo nuestros padres eran de la idea de que nosotros teníamos que salir adelante y buscarnos la vida, como mucho nos daban una ayudita para casarnos y darnos la patadita. Ahora que somos padres, resulta que tenemos obligación de dejar a nuestros hijos bien surtiditos, tenemos que tener varias casas para que los niños no tengan que comprarlas y dejarles un buen futuro, cómodo y sin esfuerzos, si es posible ponerles un negocio para que lo hundan porque no le dan valor. Esto es lo que yo por lo menos escucho de la gente que me rodea. Hay que pagarles una carrera fuera de casa para que disfruten y tengan experiencias, etc, etc.

Los mayores me dirán ahora: "es que ustedes no tuvieron que pasar la dureza del franquismo y la falta de libertad...". Eso en parte es cierto, quitando los años de juventud, que la falta de libertad era un acicate para hacer lo prohibido, ir a manifestaciones, poner cartelitos, gritar sin tener claro qué, toda una aventura, pero por lo menos había para distraerse. Pero ahora viene lo bueno, tanto correr y correr para llegar a fin del camino y cuando nos estamos acercando, van y empiezan a alejar la meta, poniendo la jubilación mas tarde. Mientras, los más mayores, los del franquismo, se jubilan a los 50 ó 55 años anticipadamente. Creo que estarán de acuerdo en que como dice mi colega somos la generación de los carajotes, la generación de los "Carlitos" en Cuéntame.

Toda la vida corre que te corre pasándonos de largo y luego nos ponen la meta más lejos para ver como no tenemos derecho a na de na.

NOCTURNIS THREE. ppnz

3 comentarios:

  1. Anónimo11:26

    Me ha encantado el articulo y estoy totalmente de acuerdo contigo, es la cruel realidad.
    Me gusta mucho sobre lo que escribes.

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  2. Lo que intuyo que las generaciones futuras lo van a pasar peor que nosotros, se han perdido todos los valores.

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  3. Y corre para llevar al niño al baloncesto, y corre para llevar al otro a inglés, y corre para recoger al primero y llevarlo a extraescolares y core para recoger al segundo y llevarlo a catequésis, y corre, y corre, y corre... Arjj. Estoy extasiado.
    Lo bueno es que a las 9,15h. otra vez toca correr, pero esta vez sirve de descarga del stress acumulado.
    Y más tarde, si te dejan, se puede seguir corriendo...

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