La combinación de correr y tiempo caluroso a menudo nos crea serias dificultades a los corredores de fondo. Nuestra sangre en estas condiciones necesita realizar un trabajo doble; por una parte debe refrescar el cuerpo, transportando el calor interno hacia el exterior, a través de la sudoración; y por otra, debe aportar oxígeno y combustible a nuestros músculos. Cuando corremos a un ritmo moderado y con buenas condiciones ambientales, la sangre normalmente puede cumplir bien ambas funciones, pero en casos de temperatura elevada, o humedad relativa alta (“bochorno”) unido a un trabajo intenso, el corazón necesita adaptarse rápidamente a esta demanda de sangre rica en oxígeno. Esta circunstancia se compensa bombeando la sangre más deprisa, lo que hace aumentar nuestra frecuencia cardiaca y respiratoria.
Sin embargo esta latir más deprisa a menudo no es suficiente para que se produzca la compensación esperada, y además este incremento de trabajo del corazón hace aumentar el nivel de fatiga, con lo que al final terminamos perdiendo poder aeróbico. Si nos ocurre durante la competición, el calor puede abocarnos al fracaso, al incrementar el ritmo de agotamiento del glucógeno y aumentar la concentración de ácido láctico en nuestros músculos.
La solución pues pasa por tres medidas, dos de sentido común y una tercera opción más drástica y menos popular sobre todo entre los corredores que siempre buscan mejorar sus tiempos de carrera. La primera medida consiste en usar prendas que ayuden a la circulación del aire y eliminen nuestro sudor; en el mercado existe una buena oferta de camisetas técnicas transpirables (y gorras) que cumplen holgadamente esta función. Lo ideal es que no queden demasiado ajustadas para precisamente facilitar la función para la que han sido diseñadas. La segunda medida exige tener en cuenta hidratación extra, ya que cumple con el cometido de refrescar nuestro cuerpo, al tiempo que facilita un adecuado equilibrio electrolítico en nuestras células, consiguiendo un trabajo más eficiente de nuestras funciones vitales: cerebrales, musculares, cardiacas… La tercera medida supone sacrificar nuestra velocidad, con el objeto de no entrar en déficit de oxígeno y llevar un ritmo de carrera más económico, pero ciertamente no todos los corredores están dispuestos a ello. Mi consejo es bajar las expectativas de carrera, evitando que te dominen mentalmente y ajustar el ritmo de carrera para sentirte relativamente cómodo y poder reaccionar ante un posible desfallecimiento a causa del calor. Y por supuesto agua y bebidas isotónicas..., ¡que no falte!
Sin embargo esta latir más deprisa a menudo no es suficiente para que se produzca la compensación esperada, y además este incremento de trabajo del corazón hace aumentar el nivel de fatiga, con lo que al final terminamos perdiendo poder aeróbico. Si nos ocurre durante la competición, el calor puede abocarnos al fracaso, al incrementar el ritmo de agotamiento del glucógeno y aumentar la concentración de ácido láctico en nuestros músculos.
La solución pues pasa por tres medidas, dos de sentido común y una tercera opción más drástica y menos popular sobre todo entre los corredores que siempre buscan mejorar sus tiempos de carrera. La primera medida consiste en usar prendas que ayuden a la circulación del aire y eliminen nuestro sudor; en el mercado existe una buena oferta de camisetas técnicas transpirables (y gorras) que cumplen holgadamente esta función. Lo ideal es que no queden demasiado ajustadas para precisamente facilitar la función para la que han sido diseñadas. La segunda medida exige tener en cuenta hidratación extra, ya que cumple con el cometido de refrescar nuestro cuerpo, al tiempo que facilita un adecuado equilibrio electrolítico en nuestras células, consiguiendo un trabajo más eficiente de nuestras funciones vitales: cerebrales, musculares, cardiacas… La tercera medida supone sacrificar nuestra velocidad, con el objeto de no entrar en déficit de oxígeno y llevar un ritmo de carrera más económico, pero ciertamente no todos los corredores están dispuestos a ello. Mi consejo es bajar las expectativas de carrera, evitando que te dominen mentalmente y ajustar el ritmo de carrera para sentirte relativamente cómodo y poder reaccionar ante un posible desfallecimiento a causa del calor. Y por supuesto agua y bebidas isotónicas..., ¡que no falte!
NOCTURNIS ONE. pulisa
yo opto por rebajar la espectativas, mejor perder tiempo que la salud. Cuidado con las bebidas isotónicas, un esceso tambien pueden producir calambres. Yo lo he sufrido en mis carnes.
ResponderEliminartocaba ya hablar sobre el tema, muy bien pulisa
Yo ya lo noté el otro dia, salí a entrenar a las 18 horas y hacía un calor al que todavía el cuerpo no esta acostumbrado, a 5:15 el km llevaba unas pulsaciones anormales.
ResponderEliminarNada más ver la temperatura que marca la foto da yuyu salir a correr; prefiero ponerme el bañador y al agua (playa o piscina), a hidratrarse por un tubo, es lo que toca.
ResponderEliminarYo durante los meses de julio y agosto estoy suscrito a ...
ResponderEliminartrote cochinero como unico entrenamiento, y acompañado de una buena dosis de tintito de verano y admitiendo como variante una cervecita bien fria.
No, ahora en serio, en verano lo que suelo hacer es volver desde la playa a casa a ultimisima hora de la tarde-noche.
Sirfanye, has dado en la clave de dos de nuestras señas de identidad, lo que te consolida como buen nocturnis: el amor por la cervecita fria y correr a ultimísima hora del día. Buenas estrategias para combatir el sofocante calor veraniego.
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